En aquel botecito congelado estaba, dejó de latir, ya no servía para nada.
La rabia poco a poco le calienta, enciende pero es una chispa que enseguida cede.
Se cabrea, se encabrona al mirar a su alrededor y sentirse vacía, pensar que no tiene nada.
Observa aquella pared blanco impoluto... el cuadro pintado queda muy bonito, el mismo que protagonizó hace un tiempo... tiempo escaso, muerto, vacío, pero vivo en el recuerdo. Un cuadro sin pared, una pintura sin lienzo... un papiro blanco.
Todo pinturas psicodélicas inútiles que pintan un fondo grisáceo y sin vida. Ella lo colorea con las mismas pinturas que le rompieron hace años, pero que ella conserva. Aferrada al pasado se muerde el labio y suspira, llora, tiembla, rie... llora.
Todos lo vemos menos ella, se empeña en darle color a todo menos a su triste cara.