domingo, 21 de febrero de 2010

Todo fachada



En aquel botecito congelado estaba, dejó de latir, ya no servía para nada.
La rabia poco a poco le calienta, enciende pero es una chispa que enseguida cede.
Se cabrea, se encabrona al mirar a su alrededor y sentirse vacía, pensar que no tiene nada.
Observa aquella pared blanco impoluto... el cuadro pintado queda muy bonito, el mismo que protagonizó hace un tiempo... tiempo escaso, muerto, vacío, pero vivo en el recuerdo. Un cuadro sin pared, una pintura sin lienzo... un papiro blanco.
Todo pinturas psicodélicas inútiles que pintan un fondo grisáceo y sin vida. Ella lo colorea con las mismas pinturas que le rompieron hace años, pero que ella conserva. Aferrada al pasado se muerde el labio y suspira, llora, tiembla, rie... llora.




Todos lo vemos menos ella, se empeña en darle color a todo menos a su triste cara.









lunes, 8 de febrero de 2010

Una más del rebaño


Los dedos bailan solos, al tum tum del teclado.

Escriben y escriben sin pararse a pensar, cual ametralladora disparan palabras inertes, vacías...

Soy una autómata automática, un, dos, tres, cargada y dispara.

El protocolo de mi vida es ya una rutina, un camino más que marcado, por el cual, paseo como zombie. Sin sentido, sin razón, pero hacia delante (¿o quizás voy en dirección contraria?)

La misma hora de todas las mañanas, suena el despertador, me cago en todo, me doy la vuelta, lo apago... maldiciendo madrugar y a regaña dientes me levanto.

Como un robot voy al baño, me lavo la cara, me miro... ¿esa soy yo? ¡JODER!

Las mismas horas, los mismos minutos, la misma gente en el mismo sitio.

Lo mismo... y cada día se repite.

Ya vomito la lección diaria por inercia, no me paro a pensar, simplemente actuo.

En medio de ese camino, paro, pienso, recapacito y me rio de ver los estúpidos que somos. Una oveja más del rebaño en el atasco de la carretera de siempre con destino ninguna parte.

Miro a los lados, caras inexpresivas, máscaras insensibles, ojos medio abiertos- medio cerrados... cuerpos sobre pies que les llevan sin destino aparente.



martes, 2 de febrero de 2010

Se repite la función


No me gusta la rutina, pertenecer al rebaño (ser TU oveja), tu animal...

El pasado se hace pequeño con el paso del tiempo. Los días se van quedando grises, moteados como aquella vieja película de cine que decidimos quemar poco a poco. Regocijándonos en las cálidas y engañosas llamas.

Los planetas se han alineado y yo, mareado con tanta vuelta. Vueltas de minutos, de horas, de agujas que se clavan por todo mi cuerpo, como la metralla dañina que salía de tu boca.

Palabras que destrozaron todo, atravesando epidermis, dermis, tejido subcutáneo y dañando donde más duele. Allí donde nada puede sanar.

Se me escapan los segundos entre los dedos, agarro los minutos con tanta fuerza que los destruyo y las horas... las horas nunca llegan.

Tiempo vacío, porque cada día es un día MÁS sin ti, y un día MENOS a tu lado.


No me gusta la rutina... me asustan los cambios repentinos.

Mismo escenario, misma función, distintos personajes.

Como una flor


- ¿Por qué deshojas una margarita?

- Hoy no sé a qué aferrarme, es que la vida me pone a prueba. A mi corta edad y encerrada, equivocadamente en este asqueroso cuerpo.

- Pero, ¿qué dices? no seas boba con lo guapa que eres... toda una mujer, vaya.

- Si... pues... a mi... , a mi me gustan las guapAS, ¿sabes? pero no mi cuerpo.

- ... (Silencio insoportable, que castiga, sentenciador...).

- Déjalo, tú no lo entenderás, eres como el resto. Me criticas, pero me da igual gritarlo a los cuatro vientos, este no es mi cuerpo, ni el sexo acertado. Vengo aqui porque me siento como una flor embrutecida, salvaje pero delicada, bella pero provocador. Y sobre todo suave y libre ondeando al son del viento.


Qué más da si se trata de él o ella...